¡Con 30 y a lo loco!
mayo 26, 2020
Portada: Mujeres que compran flores (Vanessa Montfort)
Este post va dedicado a todas aquellas que como yo, pensaban que a los 30 la vida estaría resuelta, el trabajo sería estable, podrían permitirse tener hijos, vivirían en casa propia con jardín y no en piso de alquiler sin terraza, bastaría con ir a correr un par de días a la semana para mantenerse en forma y el amor sería "happyly ever after". Pues bien, coronavirus o no, las expectativas de los 30 han quedado embaladas en una caja de cartón de esas cubiertas de polvo al fondo del altillo y que nadie se atreve a abrir por lo que pueda pasar.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Sin saber muy bien cómo, un día te encuentras haciendo cosas de madre y empiezas a ser consciente de que algo ha cambiado.Te descubres en la cocina apagando la vitrocerámica antes de tiempo porque con el calor residual es suficiente, haciendo alguna receta de aprovechamiento, y por supuesto bebiéndote el zumo "rápidito" porque se le van las vitaminas.
El salón, donde no hay "na más que chismes", ofrece un acogedor aspecto de jardín botánico porque ahora se te ha despertado el interés por las plantas de interior (recuerda que no tienes terraza) y si me apuras, hasta le sacas brillo a las hojas con cerveza.
Ahora vas apagando las luces a tu paso, te obsesionan los olores, dejas los cargadores desconectados del enchufe y si te acuerdas apagas el piloto de la televisión porque también consume.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Dejando a un lado el guiño burlón a nuestras madres del párrafo anterior, lo cierto es que a los 30 llegan los análisis y los planteamientos: ¿qué he conseguido?, ¿qué quiero a partir de ahora? Repentinamente un sentimiento de frustración nos invade, a veces no hemos logrado todo lo que pretendíamos, y a veces, cuando lo has logrado, te das cuenta de que no era cómo pensabas, de que quieres más o de que lo quieres de otra manera. La incertidumbre actual tampoco ayuda a pensar que aún tenemos tiempo para hacerlo mejor o a fijar nuevos horizontes más esperanzadores. A veces incluso nos sentimos culpables, quizás no lo hemos intentado lo suficiente o quizás nos hemos cansado de intentarlo.
¿De quién es la culpa?
Lo primero en lo que siempre pensamos es la presión social. Parece que hubiera una edad impuesta para cada cosa: tener hijos a los 20 es precipitado, estudiar a los 50 parece un poco tarde y enamorase a los 70 una locura.Como no podía ser de otra manera a los 30, trabajo estable, hipoteca, boda e hijos, ¡nada más lejos de la realidad!
El mes pasado leí un artículo muy interesante sobre lo que simbolizó el pintalabios rojo en la Segunda Guerra Mundial. En plena guerra, Winston Churchill convirtió el pintalabios en un artículo de primera necesidad porque su uso levantaba la moral. Hacía sentir a las mujeres fuertes, seguras y atractivas. A lo mejor ahora que los labiales son permanentes, y no sólo para tiempos de crisis, la sociedad y el consumismo nos presionan para tener "la vida perfecta" de mujeres fuertes, seguras y atractivas que se espera de nosotras.
Pero...¿Y si somos nosotras?
A lo mejor todo son excusas nuestras y no es la sociedad ni el consumismo. A lo mejor son nuestras expectativas las que han cambiado, a lo mejor somos nosotras:
- A lo mejor descubrimos que preferimos viajar y conocer mundo sin responsabilidades que nos aten.
- A lo mejor somos demasiado ambiciosas y nos cuesta renunciar a esa vida independiente que con tanto esfuerzo hemos logrado.
- A lo mejor somos inconformistas desmedidas, y si no nos gusta algo queremos tener la libertad de cambiarlo de manera rápida y sencilla.
- A lo mejor ahora ya sabemos que los cuentos no siempre tienen final feliz, que se puede querer a muchos príncipes a lo largo de tu vida, y que aunque algunos salen rana, aprender la moraleja es parte del camino.
- A lo mejor ahora nos hemos encontrado o a lo mejor ahora estamos más perdidas que nunca.
A lo mejor nos hemos dado cuenta de que queremos vivir de forma más sencilla, más "imperfecta", más feliz. Afortunadamente somos libres de elegir qué, cómo, con quién y por supuesto cuándo.
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