Cuenta la leyenda toledana, que un joven noble se enamoró￳ de una "granaína". El noble caballero, apesadumbrado por la tristeza que su amada reflejaba le preguntó si no era feliz. Ella, entre lágrimas, le confesó￳ que echaba de menos la nieve de su Granada. Inmediatamente el joven noble ordenó￳ plantar almendros en todo el Valle (Toledo). Desde entonces, cada primavera, cuando los almendros abrían su flor blanca, la nieve aparecía en Toledo y su amada granaína ya nunca volvió￳ a llorar.

Lo relevante de esta historia no es precisamente que yo sea de Granada y viva en Toledo (aunque quizás sabiendo esto le encuentres más sentido). Ni siquiera que la leyenda primitiva sea la de los Almendros de Medina Azahara y no la de los almendros del Valle.

Lo que yo pretendo con esta historia y con esta carta, es ser tu almendro en flor.

Quiero transmitirte que aunque estemos lejos, a la vez estamos cerca.

Quiero transmitirte que estamos al pie del ca￱￳ñón en la medida de nuestras posibilidades. Pues como ya sabrás, lo que nos ha tocado es #quedarnos en casa.

Mi abuela con 75 a￱os, y toda una vida cosiendo, hace mascarillas desde casa esperando puedan ser de utilidad.

Mi hermana, ne￳ófita farmacéutica, ha donado sus batas y sus gafas a la causa. Sin duda, su nombre y apellidos grabados en las batas, dará lugar a alguna simpática anécdota en medio de este desasosiego.

Las muestras de solidaridad son infinitas. Desde empresas textiles modificando completamente su modelo de producció￳n para orientarla a la creaci￳ón de material sanitario, hasta los aplausos de apoyo cada noche en los balcones.

La unidad que se vive en el país es impresionante. ¡Ni cuando Españ￱a ganó￳ el Mundial! ¡Estamos todos a una por vosotros!

Sin duda, los abrazos y los besos volverán.

Toda la fuerza del mundo, AMIGO.